Hembra de cernícalo vulgar

Tengo la suerte de tener (entre otras cosas) por vecinos, muy cerca de casa, a una pareja de cernícalos vulgares que me brindan la oportunidad de observarles muy a menudo. En especial la hembra, que parece ser más confiada que el macho y tolera más mi presencia, dedicándose a sus tareas habituales ignorándome por completo. Bueno, del todo se yo que no. Como buena rapaz que es, nada ni nadie escapan a su penetrante mirada. Hace unos días pude observarla durante bastante tiempo, no se cuánto, la verdad, una porque desde hace varios años he dejado de llevar reloj y otra, porque cuando estoy en el campo pierdo la noción de la medida del tiempo tal y como la tenemos los humanos. Ese día se encontraba posada en lo alto del esqueleto de lo que un día sería sin lugar a dudas un magnífico almendro. Estaba quieta, tan sólo realizaba giros con la cabeza. Desde su posición dominaba unos terrenos, abandonados hoy en día para el cultivo y que por tanto habían sido colonizados de nuevo por diferentes especies de matorrales. De pronto, saltaba como un resorte, realizaba un rápido y suave planeo, deslizándose a un punto concreto, para dejarse caer de pronto, unas veces después de un leve cernido, como una piedra. Otras veces, directamente. En ocasiones realizaba dos o tres saltos por el suelo, como persiguiendo algo. Después reemprendía el vuelo regresando de nuevo al almendro. Si llevaba las patas colgando y una de las garras cerrada, apretada, es que la cacería había tenido éxito. Una vez de nuevo en su rama, daba cuenta de su presa. Insectos y algún que otro roedor fueron su dieta. Era increíble, como era capaz de distinguir entre la maraña de ramas, hojas, flores y piedras los animales que allí se escondían. Podía haber perfectamente de 15 a 20 metros desde donde se encontraba hasta donde realizaba la captura. Disfrute como un niño todo el tiempo que estuve contemplándola. También tuve tiempo para tomar algunos apuntes. Ya en el estudio empecé a trabajar en una nueva obra partiendo de esos apuntes. A la hora de elegir la técnica con la que resolverla, elegí la sanguina. Hacía tiempo que no hacía nada con estos lápices de óxido férrico y lo cierto es que el color del plumaje de la hembra del cernícalo me recordaba el color de la sanguina. Esa tarde, impresionantes cúmulos llenaban el horizonte y sirvieron de fondo. Sanguina sobre papel, 2009 50 X 32,5 cm

Comentarios

  1. ¡Cuanto tiempo Luis!. Por casualidad te he encontrado por aquí. Te visitaré de vez en cuando y desde ya soy seguidor tuyo.
    Saludos

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  2. Qué buen dibujo. La verdad que es todo un espectáculo observarlos. Yo tengo una parejita de cernícalos comunes quién sabe en qué parte de mi edificio o de los cercanos, no lo sé, porque siempre termino perdiéndolos de vista. Eso sí, cuando los veo pasar cerca de mi ventana (vivo en un 9º) dejo todo lo que esté haciendo para mirarlos. Son como un soplito de vida salvaje sin moverme de casa. Todo un regalo. Ojalá estén mucho tiempo por aquí.

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  3. Te ha quedado fantástico. Esos cúmulos dan hasta sensación de calor. La rama de almendro, también comparte protagonísmo con la rapaz.
    Saludos.

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  4. Luis, de nuevo vuelves a sorprenderme con el realismo que eres capaz de imprimir a tus ilustraciones a lapiz, bueno, en esta ocasión a sanguina. Enhorabuena !!.

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