Colores de otoño

Ayer un poco antes de mediodía, oficialmente, entrábamos en el otoño. Es esta una estación que suele despertar sentimientos de tristeza y abatimiento entre la mayoría de las personas. En mi caso es todo lo contrario. Me parece una época del año realmente bella con amaneceres y atardeceres espléndidos, de contrastes, de cielos encapotados de nubes con toda la gama de grises, de firmamentos de azules brillantes, de días de lluvia. Una estación de contrastes. Pero lo mejor de este momento del año es asistir a esa transformación que sufre la naturaleza para afrontar con garantía de éxito la siguiente estación: el invierno.

Ilustro la presente entrada con un óleo que tiene algunos años que recoge algunas de las sensaciones de las que hablaba. Al mismo tiempo me trae a la memoria una época de mi vida que queda ya en el recuerdo. Un recuerdo agradable. La evocación de contemplar muchas tardes a un grupo de jilgueros (Carduelis carduelis) posados en un albaricoquero, vestido con su traje otoñal. Es esta un ave a la que le tengo un especial cariño, seguramente por la mala suerte que ha tenido de tener un bello plumaje y agraciado canto. Estos dos atributos le han privado de lo que mejor saben hacer las aves: volar. Cientos, miles, acaban enjauladas, cautivas de la codicia humana de disponer de todo a su antojo. Otras tantas se quedan en el camino. Cuando podemos disfrutar de todo ello simplemente deteniéndonos a contemplar la naturaleza. En una ocasión mi hijo me reprendió de que no teníamos ninguna mascota de ese tipo, que un amigo suyo tenía varias, a lo que yo le contesté: ¡Como que no, vente conmigo y verás! Salimos fuera de casa y lo lleve a un pequeño huerto con una fuente para las aves y una diminuta pinada que teníamos. Allí le mostré la vida que en aquel momento pululaba por allí: gorriones, mirlos, jilgueros, verdecillos, currucas, caracoles, hormigas, escarabajos, lagartijas... todos estaban allí y todos eran sus mascotas. Pero había una diferencia con estas “mascotas” y las que tenía su amigo: la libertad. Aquellos animales iban y venían cuando querían y, no lo debíamos de hacer muy mal puesto que todos los días volvían. Una sonrisa se dibujó en la iluminada cara de mi hijo y, en mí, la sonrisa recorrió todo mi ser.

Así que ya sabéis, salid y disfrutar de todo aquello que nos ofrece el otoño, que además es de manera gratuita.

Óleo sobre tabla, 50 x 35 cm. 2003

Comentarios

  1. Bienvenido el Otoño con sus galas doradas, yo de niña quise ser un pajarito con sus alas abiertas y que nadie podia alcanzar para ver el mundo desde arriba y volar sin parar, creo que por eso me gusta tanto la naturaleza y los que podeis verla, pintarla, fotografiarla de tan cerca, priviligiados sois.bonitas palabras has escrito en esta entrada.

    un abrazo

    Paola

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  2. También soy un convencido espectador del otoño. Momento de frutos y colores, de armonía y sosiego.

    Una estación para vivirla al aire y en paz, como tus hermosos jilgueros libres.

    Saludos

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  3. Para mí, el otoño es la muerte aunque estacional, más bella y mejor expuesta. Solamente pasear sobre la hojarasca amarilla y ocrácea, respirando el único aroma agradable de la descomposicion; el de las hojas con la humedad, es un placer tan esperado y gratificante, como la intensa primavera.

    Los jilgueros, son esas avecillas tan abundantes, que no tienen nada que envidiar por la gama de sus colores, a ningún otro pájaro. Combina los colores más llamativos como son el rojo con el blanco y negro y, el amarillo con el negro. Como las balizas de peligro y precaución.
    Saludos.

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  4. Jilgueros???... la pasión de mi Erinio. No me gusta nada la gente que los caza, pero mi Erinio sueña con comprar un jilguero que haya nacido en una casa... no quiere comprarlo adulto, por eso, por si lo han sacado de su vida para meterlo en una jaula.
    Como siempre, imponente dibujo.

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  5. Si, Paola, yo también quería ser un pájaro de pequeño... bueno, y ahora también. Privilegiados somos todos, pues la naturaleza esta ahí siempre, tan sólo hay que querer ver que está ahí. Un saludo
    Fco. Javier y Javier, nada más puedo añadir a vuestros bellos comentarios del otoño. Gracias. Saludos
    Erinia, mi pasión por las aves me llevó a tener a alguna de ellas como compañeros de casa, hasta que un día limpiando una de las jaulas, precisamente un jilguero se escurrió y salió volando, empezando a cantar con una alegría desbordante y contagiadora como nunca había escuchado. El impacto sobre mí fue tal, que no pude hacer otra cosa que dar la libertad al resto de pájaros y, me sentí mucho mejor que cuando los contemplaba y escuchaba dentro de sus cárceles. Desde entonces, no he sentido la necesidad de tener un ave enjaulada. Con solo fijarme un poco, puedo disfrutar de alguno de estos seres alados en cualquier parte. Un saludo

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  6. Wow!!!! que hermosos trabajos, y que bien trazas el mundo en cada pincelada!!! que lindo blog!! saludos!!!

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  7. Lluis: Siempre me ha parecido un exotismo el plumaje del jilguero y un pribilegio el poder contemplarlos en libertad. Para un clima como el nuestro, con una sequía veraniega tan extrema, la llegada del Otoño es una bendición, con su bajada de temperaturas y su humedad. Saludos.

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  8. Preciosa entrada y precioso mensaje. Comparto opinión.

    Y cómo no precioso dibujo, claro.

    Un saludo!

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  9. el otoño es al año como el atardecer es al día, antesala del invierno, preludio de la noche, .. soy de otoños .. Preciosos jilgueros. Un abrazo.

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