La importancia de un buen aseo

Quien tenga por buena costumbre el observar a las aves, habrá podido contemplar en más de una ocasión el tiempo que dedican al aseo de su plumaje. Y no es para menos, les puede ir la vida en ello. La diferencia de tener unas plumas deterioradas a tenerlas en perfecto estado les puede ser crucial a la hora de esquivar a un depredador o, por el contrario, el dar caza a la presa. Siempre me ha encantado ver como acuden a bebedero y realizan el baño de su plumaje, aunque nos encontremos a 1º C, para acto seguido acudir a un posadero próximo y proceder a acicalar todas sus plumas, una por una.

Recuerdo como quedé fascinado de niño al leer en un libro (ayyy, ¡qué buenos son los libros!) todo el proceso de aseo de un ave:

Lo primero es que no todas las aves se bañaban. Las habían que utilizaban la arena en lugar del liquido elemento. Otras, en cambio, utilizaban agua de lluvia o de rocío en lugar de agua estancada. Sea con agua o arena, se ayudaba con ello a desprender la suciedad y los parásitos del plumaje. Pero lo que sin lugar a dudas más me maravilló fue lo que venía después: el acicalamiento. Sacudidas del cuerpo, estiramientos de las alas, para eliminar el exceso de agua. A continuación, frotamiento del pico en la rama o roca en que se ha posado para dejarlo limpio, porque a continuación había que extraer el aceite de la glándula uropigial. ¡Toma ya! Resulta que la mayoría de aves poseen una glándula justo por encima de donde empieza la cola. Todo un descubrimiento para un chaval. Claro –-seguía yo leyendo—como no pueden sudar como nosotros, tienen que buscar otra solución. Y la solución es esa sustancia grasienta con la que embadurnan el plumaje durante el acicalamiento. Las aves acuáticas son las que más desarrollada tenían dicha glándula, seguramente por sus propiedades impermeables. También se había comprobado que al entrar en contacto esa secreción con la luz solar, se producía vitamina D, con lo que era ingerida o absorbida por la piel mientras se aseaba. También algunas aves utilizaban el olor de esas secreción como olor defensivo, ahí tenemos por ejemplo a la abubilla. Otras, en cambio, segregaban además por la glándula diversos pigmentos carotenoides amarillos, anaranjados y rojos derivados de los alimentos, que son aplicados por las aves en diferentes partes del plumaje, pintándolo así de esos colores. Por último, cómo es lógico, las plumas de la cabeza son inaccesibles al pico, por lo que hay que utilizar las patas y dar un buen rascado. Y una vez limpios... ¡a volar!

“El acicalamiento” Carboncillo negro y blanco sobre tabla. 37 x 28 cm. 2011

Comentarios

  1. Vaya repaso! Pues no tenía ni idea de la glándula uropigial, aunque algo me olía porque a veces veo que se dejan el plumaje algo graso.

    Me ha gustado la entrada y muy delicado el carboncillo.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Pues está claro: te ha quedado un trabajo muy nitido y limpio. A la tórtola le has ahorrado la mayor parte de su trabajo de acicalamiento.
    Una maravilla Lluís.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Impresionante el resultado final Lluís. Has conseguido una atmósfera muy especial con los carboncillos. Enhorabuena. ¿Vas fijando a medida que avanzas con la obra? ¿Que tal se trabaja el carboncillo sobre el DM? ¿No es excesivamente liso?
    Abrazos
    Potri

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Miazuldemar. Pues si, la naturaleza esconde infinidad de maravillosas adaptaciones, fruto de esa incansable evolución. Saludos

    Gracias Javier. La verdad es que estos nuevos vecinos que son las tórtolas te permiten observar bastante bien el proceso, mostrándote las diferentes fases, posturas, etc. Vamos, que sólo hay que pararse un poco a contemplarlo. Saludos

    Gracias, Potri. Lo cierto es que me ha dejado un buen sabor de boca esta técnica. Seguiremos probándola a ver hasta donde llegamos. He fijado al final. Normalmente me gusta hacerlo una vez he acabado. En conjunto se trabaja bastante bien. He utilizado 3 durezas diferentes de carboncillo y el más duro si le costaba un poco rayar, pero se solucionaba añadiendo antes un poco de blanco, que si se adhiere con suma facilidad. Además, la mezcla entre el carboncillo y el blanco es muy buena, permitiéndote obtener una amplía gama de grises. Abrazos

    ResponderEliminar
  5. El acicalamiento es como la más grande intimidad de los pájaros. Una maravilla cómo has conseguido expresarla. Qué buenos son los libros, efectivamente, y aún más tu arte, Lluís.

    Ramón García

    ResponderEliminar
  6. Si, es un momento muy íntimo y sumamente vital para las aves.
    Gracias Ramón por tus palabras. Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares